Hace poco me tocó (por suerte) cubrir una pauta de la visita de algunos de los sobrevivientes de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. La experiencia fue inolvidable. Poder ver a algunos de los protagonistas involuntarios de ese acontecimiento tan espeluznante fue tener la historia ante mis ojos. Aun en sus miradas se puede notar ese sufrimiento que después de tanto tiempo siguen padeciendo por las secuelas de ese daño causado.
Este retrato expresa en una imagen lo que se me dificulta decir con palabras.