Entrevista a Jimmy Fox, editor gráfico de Magnum que durante más de tres décadas ha
filtrado miles de negativos de los mejores fotógrafos del siglo XX para
una de las publicaciones más importantes en la fotografía.
Esta interesantísima entrevista a Jimmy Fox fue publicada
originalmente en XL Semanal.
XLSemanal. Cuando llegó a Magnum, la agencia llevaba
funcionando casi una década, pero no había un archivo organizado. Habría un
montón de material…
Jimmy Fox. Sí, había muchas fotos, pero nada más. Sólo había
un télex. Ni fotocopiadora ni grabadora ni nada. Y esto era mucho antes de que
Bill Gates tuviese idea alguna. Me preocupaba enormemente la preservación del
material gráfico. Dediqué a aquello cinco años.
XL. Miró todos los negativos de todos los fotógrafos, en
hojas de contacto (tamaño 5 cm x 3 cm), ¿debe de tener un ojo bien entrenado?
J.F. Sí, hay que tener buen ojo. Yo lo tengo. Puedo mirar
contactos muy rápido. Hay que ser metódico y preciso.
XL. ¿Qué se necesita para ser un buen editor gráfico, para
seleccionar las mejores fotos entre miles?
J.F. Es importante entender de composición, pero sobre todo
debes comprender al sujeto fotografiado, tener compasión, respeto y ser
humilde. No puedes caer en el error de ser tan perfeccionista y quedarte sólo
en la composición y no en el contenido. En uno de sus primeros trabajos con
Magnum, James Natchwey volvió de Rumanía de fotografiar los orfanatos. Eran
unas imágenes muy sentimentales, lo que llamamos peephole, como el que mira por
una mirilla. El fotógrafo se había apropiado del sujeto en lugar de ser
testigo. Cuando tratas con el sufrimiento humano y juegas con la estética, es
peligroso. Es un límite muy difícil de trazar. ¿Quién es más importante, el
sujeto que sufre o el fotógrafo y su estética?
XL. Detecto una crítica hacia esas fotos que muestran el
hambre y la muerte de forma estética, como las de Natchwey o Salgado que todos
tenemos en la cabeza.
J.F. No necesariamente. Conozco bien a Sebastião Salgado.
Cuando regresó de su trabajo sobre el hambre y vi todo su material, recuerdo
haberme despertado una noche con una imagen en la cabeza que no me dejaba
dormir, una de un niño intubado… si a mí no me dejaba dormir una foto, ¿qué le
estaría pasando a él, que estuvo allí? Conozco la situación personal de
Sebastião, que tiene un hijo con síndrome de Down, conozco su sensibilidad, y
se había pasado todo el día, muchos días, en un campo en el que los niños
morían de hambre. Eso, forzosamente, te cambia. ¿Cómo lidia él con esa
situación? ¿Cómo la plasma? Eso es lo determinante.
XL. ¿Y supongo que Salgado le contaría sus impresiones, lo
que había sentido?
J.F. Sí, Sebastião te da todo tipo de información. Y eso es
importante. La autenticidad. No puedes editar basándote sólo en lo gráfico.
Necesitas conocer la historia. Por eso es vital el de-briefing, que te cuenten
lo que han vivido. Magnum siempre ha tratado con temas de preocupación social,
lo que requiere un gran respecto por lo que se fotografía. Como fotógrafo, no
puedes ser más importante que la persona que está frente a ti. No me gusta el
oportunismo. Por eso no me gustan las imágenes de asilos, psiquiátricos,
prisiones, de gente que no se puede defender, porque las personas se convierten
en objetos. Corres el riesgo de convertirte en el fotógrafo del horror.
XL. ¿Se atrevería a elegir a los fotógrafos más importantes?
J.F. Es embarazoso categorizar quién es importante o
no…Además, siempre ofendes a quien no mencionas. Sin duda, Henri Cartier
Bresson me ha influido enormemente. Hablábamos mucho, sobre todo de dibujo,
afición que compartimos. Tenía una gran curiosidad por todo. Kertesz era también
generoso y estaba siempre alerta como una ardilla. Koudelka, a quien conozco
desde que llegó a Magnum, es un ejemplo de generosidad y búsqueda de la
perfección. Siempre tiene una palabra amable…
XL. Es curioso que cuando habla de ellos, los juzga como
personas y no como fotógrafos…
J.F. Es que, primero, son amigos y, luego, fotógrafos.
Cuando me gustan las fotos de alguien, quiero conocerlo. Para valorar su
trabajo, su comportamiento humano debe ser igual a su talento. El talento no lo
es todo.
XL. ¿Qué opina de la figura del fotógrafo empotrado?
J.F. Que ya no van a ir ni empotrados, porque ahora los
secuestran…
XL. ¿Creen que los fotógrafos y periodistas ya no irán a
cubrir guerras?
J.F. Lo que creo es que no deberías arriesgar tu vida ni la
de los demás para hacer fotos cuyo objeto es llenar páginas de periódicos y
revistas cuyo objeto, a su vez, es ganar dinero con la publicidad que va junto
a esas fotos.
XL. ¿Pero no es eso lo que hacen desde hace décadas los
fotógrafos de Magnum, jugarse la vida para hacer fotos que se publiquen?
J.F. No. Aquí hay dos cosas distintas: una es el fotógrafo
que, sin ser enviado por un medio, cogía la mochila y, porque estaba convencido
de ello, porque se sentía comprometido con el tema, iba a una guerra o un conflicto
y otra distinta es cuando un medio te envía a cubrir una guerra para que
defiendas su punto de vista y llenes unas páginas que van a reportar un dinero.
XL. Pero da igual. Al final, el primero, por muy mochilero
que sea o muy comprometido que esté, tendrá que plegarse a las condiciones del
medio en el que quiere publicar.
J.F. Hay una enorme diferencia. El primero tiene el control
sobre el material que envía al medio, lo edita y puede aportar su propia
visión, que el medio compra o no. El segundo tiene que entregar todo el
material, todo el filme que la publicación le ha dado y no controla el enfoque.
Cuando quisieron enviar a Susan Meiselas a Nicaragua (en los 70), se planteó
esta cuestión y le dijimos: «Ve sólo si crees que debes hacerlo, pero no lo
hagas porque si no vas a una guerra, traicionas el espíritu de Magnum».
XL. ¿Y cuál es ese espíritu de Magnum?
J.F. (Silencio) Perfeccionismo y honestidad.
XL. ¿Y cómo sabes quiénes son los fotógrafos ‘honestos’, a
los que realmente les interesa?
J.F. Los que han ido antes de que estalle el conflicto, los
que siguen lo que pasa, los que han dado los primeros pasos, los que se toman
su tiempo… a esos les interesa de verdad. Los otros van de safari. El editor de
Newsweek me comentaba hace poco que tiene tantos chicos con una cámara deseando
ir a cubrir conflictos que podría llenar un avión cada semana. Construir tu
carrera sobre un sueño violento es muy peligroso. Van a la guerra como si
fuesen a un parque de atracciones, no saben dónde se meten y, claro, los matan.
XL. ¿Influye de alguna forma la fotografía en los
acontecimientos que registra?
J.F. Quizá para otra generación. Como memoria para el
futuro. Ahora es puro consumo.
XL. ¿Fue usted consciente en algún momento, ante algunas
imágenes, de estar haciendo historia?
J.F. No en el momento. Pero siempre tuve la sensación de
estar haciendo algo con lo que había que tener cuidado. Las fotos venían del
frente y yo era la primera persona en verlas, preservarlas y enviarlas al
mundo. Sí, en perspectiva, hacíamos historia.
XL. ¿Y ahora está haciendo historia Magnum?
J.F. Eso sólo el tiempo lo dirá.
XL. ¿Cómo afectan las nuevas tecnologías a la fotografía?
J.F. Ahora, los medios fuerzan a los fotógrafos a hacer
digital, porque es más barato y más rápido, pero lo que ocurre es que ellos
disparan de más. Con el ordenador ha venido a producirse una diarrea visual.
XL. ¿Y qué ofrecen agencias como Magnum frente a las muchas
que han surgido en esta era digital?
J.F. Magnum no es un banco de imagen, es la visión de un
fotógrafo, de cada uno de sus fotógrafos.
XL. ¿Hacia dónde va la fotografía?
J.F. Creo que el futuro inmediato es la fotografía en
movimiento con audio. No es cine. Son fotografías en movimiento y con sonido,
ya sea sonido ambiente o con la voz del fotógrafo, hablando sobre lo que
sucede. Los ordenadores hacen que la imagen sea accesible a una enorme cantidad
de gente, permiten que se alteren el contenido, el color… abre un enorme
horizonte a la creatividad. Eso es progreso, pero con él llega también la
mediocridad.
XL. Hasta hace poco (cuando en 2001 se publicó su libro
Boxeo) muy poca gente sabía que usted era también fotógrafo.
J.F. Empecé a fotografiar en el 73. No quería ser fotógrafo,
eso lo tenía claro, pero algo me impulsó a hacerlo. Quizá porque fotografiar es
recordar. Desaparecerá de tu mente, desaparecerás tú, pero quedará una copia
sólida. Muy pocos en Magnum sabían que yo hacía fotos, aunque a veces pedía
consejos técnicos. Nunca las enseñé, durante años. Para mí era un hobby. Un hobby
caro que no lamento. He trabajado en esta historia del boxeo durante 25 años y
estoy orgulloso.
XL. ¿Por qué este deporte?
J.F. Porque no sabía nada de boxeo. Por mi trabajo como
editor de Magnum vi y viví la angustia y la destrucción física. Yo soy antiviolencia.
No lo entendía. Quizá por eso me interesó saber qué hace que la gente se suba a
un ring a buscar la destrucción.
XL. ¿Y qué descubrió?
J.F. Que es todo parte del sueño de ser famoso y hacer
dinero.
XL. ¿Y descubrió algo de usted?
J.F. Que mi vida es la fotografía.
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