10/28/2012

David Alan Harvey "A los seis empecé a hacer fotos en mi cabeza"


"¡Yo a ti te conozco!". Zahara, camarera de Lacaña, reconoce a David Alan Harvey nada más verle en la terraza del restaurante al que se ha dejado llevar por la cercanía a su hotel. "Trabajé durante dos años para Magnum en París", le dice ella. Magnum es la histórica agencia de fotógrafos que fundaron, entre otros, Robert Capa y Cartier-Bresson, y Alan Harvey, de 66 años, es reportero gráfico y socio de la cooperativa desde 1997.

Llega con hambre a la cita y, antes de empezar a hablar, se apresura a mirar la carta. Pide ensalada y croquetas.

"Los fotógrafos de Magnum queremos pasar a la historia por nuestras fotos, no nos interesa tanto hacer dinero", dice. Pero admite: "tenemos que pagar el alquiler". De ahí su euforia al hablar de la compra del archivo en papel por parte del millonario Michael S. Dell. "¡Es una revolución! Llegamos a un excelente acuerdo en el peor momento económico. Es lo mejor que nos ha pasado. Seguimos controlando los fondos, los negativos, la obra se difunde [Dell ha cedido las copias a la Universidad de Tejas para estudio y difusión] y ganamos dinero para seguir haciendo fotos".

El fotógrafo ha venido a España a presentar American family, un trabajo inconcluso que se expone en la escuela de fotografía EFTI. "Lo empecé en la época de Bush, cuando me di cuenta de que no conocía del todo a mi país, dividido por la política", recuerda. "La mejor manera de llegar a la gente es a través de su familia".

Así, "como Kerouac o Steinbeck", se metió en su coche, tiró millas "sin dirección", y retrató a las familias como si fuera uno más de ellos. "Es lo que llevaba haciendo desde que empecé a fotografiar a mi familia con mi Leica [cámara de segunda mano que se compró a los 11 años con el dinero que ganó como repartidor de periódicos] y lo que intentaba mostrar cuando retraté a familias de color de Virginia en los sesenta". La gente simplemente posa. "No tengo interés en desagradar a nadie", dice. "Por eso después de hacer la foto la enseño, y acordamos entre nosotros cuál es la mejor, para que ellos estén contentos y yo satisfecho".

Cuenta Alan Harvey que esa ha sido su línea, la de entregarse a su fotografía, desde antes de empezar a disparar. "Cuando tenía seis años tuve la polio", relata. "Me encerraron en un hospital donde sólo tenía una ventana estrecha con barrotes que daba a la calle. Era como una cámara por la que veía a la gente caminar y en mi cabeza los empecé a fotografiar", narra.

Ahora Alan Harvey ha dejado su piso de Nueva York y se ha establecido en Río de Janeiro. "Están preparando los Juegos Olímpicos para dentro de seis años, y no están aún preparados. Hay una gran desigualdad, gente muy rica que vive pegada a gente muy pobre, con una tremenda tasa de criminalidad", cuenta. "Quiero retratar esa realidad, pero también que los brasileños son los tipos más simpáticos que he conocido".

La pasión con la que habla Harvey trasciende a su obra, con proyectos para difundir el trabajo de jóvenes fotógrafos, como la beca anual de 11.000 euros que lleva su nombre o la revista digital Burn, "que en un par de semanas se publicará también en papel".

La entrevista ha concluido y la comida sigue en el plato. Ahora se va de "fiesta". Consiste en ver fotos de sus alumnos y darles consejos. Eso sí, entre caña y caña.

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